Un día el amor se hizo bolita
y se fue a rodar por el mundo.
En su viaje, se expandió como una avalancha,
hasta que volvió a mí
y con su grandeza me aplastó.
Ahora trato de sacármelo de encima,
pero ni la rebeldía de mi cuerpo,
ni la llama que habita en mi corazón
logran destruirlo.
Ahora, el amor no se va,
se queda y es implacable en su decisión.
Inmenso me abraza, me rodea.
Me consigue.
Me habita.
Me llena.
Está.