domingo, 28 de junio de 2009

ONIRICA

“La vida es sueño, el sueño es vida...
¿Qué te parece, si desde hoy, soñamos a dúo?
Prometo ser pura arcilla en tus manos...”



Me dormiré entre los masacrados,
entre los enmascarados de la noche;
me dormiré para soñarte
entre la blanca neblina de mi sueño,
para que Morfeo se encele
de la fiebre que sentimos y resistimos
con paños fríos de distancia
en las enfermas letras de nuestras palabras.
Me dormiré para traerte
a la inconciencia de mi subconciencia
que arde por cada célula conciente
de que sólo en sueños podrá tenerte.
Me dormiré al alba
y también a la hora de
la dama fugitiva y descalza,
porque en esas horas sin pausas
te necesito lujuriosamente cerca
descaradamente cerca,
atractivamente cerca;
porque mis entrañas te claman
con exceso,
con hambre,
con el nombre de todas
las necesidades que no saben nombrarse.
Me dormiré, porque eres como un oasis
para la sed de mis penas,
el hogar para mi destierro;
porque eres como la vida
que resisto con furia y garra
y la muerte que he buscado
desde la infancia.
Me dormiré en esas tierras oníricas
donde tu ausencia me abriga las ganas,
me erotiza el beso
y me colma de abrazos las palabras,
amarrándome con firmes cuerdas esta urgencia
a tu poética y amorosa estancia.

martes, 23 de junio de 2009

Pájaros de Fuego


Pájaros de Fuego... Vivir con exceso ahoga la imaginación...



Décimas


Esta es una canción de la cantautora chilena Elizabeth Morris. Las dos primeras estrofas pertenecen a ella, la tercera a Pedro Aznar y la última es de mi autoría, inspirada en estas hermosas décimas. Espero les guste.



De nuevo perdí la ruta
Navego por los desiertos
Camino por mares muertos
La noche entera se enluta
El sol se metió en su gruta
Los mares se hunden mojados
Yo soy un nervio de atados
Un llanto largo y profundo
No sé porque me confundo
Con tus amores cansados

De noche muestra la luna
Su rostro alumbrado y triste
El cielo al fin se desviste
La muerte mece su cuna
Que al fin la mala fortuna
Se vaya a dormir un rato
Se quite traje y zapato
Se olvide de mi existencia
Que yo frente a su sentencia
Declaro mi desacato.

La vida es viaje fecundo
Es puentes hacia los otros
Volaste el que había en nosotros
Te fuiste por esos mundos
El frío cayó rotundo
Su olvido mostró los dientes
No sabes como se siente
Tener este miedo mudo
Pasado el sueño a futuro
No sé vivir el presente.

Quizás mañana sea agreste
Y la risa se anuncie en pasado
El tiempo se esconde colmado
Se esfuma entre barcos grises
Ya estoy vida en tu muerte
Lluviosa por los tormentos
Perdida entre los desiertos
El alma clama por verte
Abre sus brazos para el fuerte
Envuelve mi gracia con su canto.



miércoles, 17 de junio de 2009

Este Lugar




Aun me veo acogida por tu mano,

con mi tortura veinteañera a cuestas,

-esa sencillez desmesurada

que siempre me ganaba-

admirando tu presencia,

no queriendo que te fueras,

imaginando ese (este) lugar sin ti.

Estás aquí, con el azul de tu mirada

clavada en un mar que te tentaba

con ahínco y con ganas,

(quería tanto que te quedarás)

sentado en el banquito de madera

junto al silencioso nudo de la desesperanza...

dejándome una y otra y otra vez...

pero volviendo siempre.

Te veo aquí, recostado en mi cama

abrazándome, llenándome de tu olvido.

Y yo, igualmente, siempre contigo,

con el temor más grande en la mirada,

convencida de que las batallas se ganaban

puño a puño,

espada contra espada.

Siempre con la verdad del alma.

Estoy aquí,

en el lugar donde fuimos tanto,

mas que nunca cada uno,

más que nunca nosotros nunca.

Y me recorre tu cuerpo en seco,

esa conjunción de caricias

con las que me llenabas,

esos momentos en que

solo eras tú entre mis pechos,

mientras hacíamos el amor

con una despedida en la mirada,

una rosa con tantas espinas

que era imposible de tocar.

Y ahora, en este punto muerto

desde donde te estoy escribiendo,

desde donde me siento,

camino, observo, recorro, vivo y

respiro,

pienso en que es quizás este lugar,

puro recuerdo en tu mirada,

algo que mezclar con el olvido,

una brisa que no es viento ni tormenta,

solo un fugaz escalofrío.

Y sigues dejándome...

tanto, tanto y tan lejos,

que sigues quedándote aquí...

por aquí...

por siempre.

Conmigo.


lunes, 15 de junio de 2009

El Perfume del Papel






No sé por qué hoy le escribo, pero le escribo, intentando ser un poco Yo también. Usted conoce mis máscaras, sabe cómo juego con mis lenguajes, sabe que me gusta desafiarlo y quizás por eso hoy quiero estar aquí, diciéndole algo a la distancia, recordando esa poesía que lo hizo enojar, pero que creo, hizo que viera algo especial en usted mismo y en mí.
Se lo dije ayer, se lo digo hoy, se lo diré mañana también: me gusta cuando es usted mismo, me gusta lo que resulta de esa conjugación que hace con su confusión y su realidad que a veces le atormenta. Recuerdo áquel primer desafío, que no sé si fue de su parte o mía o surgió como ha surgido todo entre nosotros, pero recuerdo muy bien que se molestó o se desengañó o no sé qué, pero algo sucedió cuando leyo "como el tiempo de los gatos negros sobre su tejado de mármol". Tampoco sé muy bien que quise decir con eso, más bien, no sé muy bien que quise decirle a Usted, especialmente a usted... pero sin duda, intente nombrarlo y quizás molestarlo, remecerlo... no lo sé.
Luego fue la desnudez de su pie, esa honestidad de mostrarse parcialmente confuso, diciendo y no diciendo, develándose y escondiéndose. De ahí surgió este cádaver exquisito, que vuelvo a compartir con usted:


No fue una ofrenda tu beso.
No tienes mas pruebas de que escribes desde adentro,
porque casi escribes como si estuvieras soñando o volando.

Y a mi me gusta esa simpleza, esa simpleza tan tuya.

Querías llegar desde algo sensual
como mi pelo,
hasta que necesitas que sonría,
aunque te falte saber de mi mirada,
que también sonríe y habla (...)

Cuando quiera que seas el que no eres,
te lo diré... y aún así, sé que no lograré nada.
Es tu condena ser quien eres.
Como la verdad.
Como nuestras propias verdades.
Como la verdad de la cordillera...
La cordillera que, alguna vez,
alguien pudo verla como un muro inseparable,
y luego se transformó en un cálido camino...
Y es así que aquí estamos,
entre lo inmenso de la altura intrazable,
y lo simple de un camino que cruza
lo dulce y
lo amargo(...)

Ayer, cuando leí su blog "El Perfume del Papel", me encontré nuevamente con Usted. Y me gustó reconocerlo, me gustó que sea quien realmente es en esas letras. Me conmovió, me sorprendió... y por qué no, también me entusiasmó a escribirle nuevamente. Me alegra su cercanía y que siempre esté por aquí, a pesar de nuestras mutuas distancias, mares y cordilleras, a pesar de que seguimos poniendonos tejados de mármol. Siga desnudando su pie, siga siendo siempre, usted mismo.


domingo, 14 de junio de 2009

Una mirada



Negra, dura, transparente.

Almendrada, dulce, apesadumbrada.

Visionaria, oscura, alocada.

Amnésica, lubricada, espontánea.

¡Tan perdida! Nunca me alcanzas.

¡Tan mía! Irreconocible extraña

¡Tan abierta! Oscura y cegada.

¡Tan quieta! Muñeca encarcelada.

Profunda, infanta, griega, extranjera... tan desesperada!



viernes, 12 de junio de 2009

Febrero


A Jose, Mi Lobo favorito


"... soñando tu abrazo
volando a tu lado"


Al fin llegas. Al fin te encuentro.

Al fin del mundo, pero te encuentro.

Llegas con tu mirada azul

y tu sonrisa de detrás de cordillera.

Estas aquí, conmigo

y ya no hay miedo en las manos

ni en el alma.

No hay.

Estas aquí y esta noche

me lleno de ti para no perderte más.

Nunca más.

Entre abrazos nos

sacudimos la espera;

entre beso y beso

nos arrancamos hasta el cuerpo

para amarnos dentro del alma.

Dentro del ser.

No lo sabes, tal vez,

pero no hay mejor sitio para el amor

que ese costado sublime y total

que es la conjugación de mi viento y tus alas.


Imagen: Puerto Montt, Chile

http://www.slide.com/s/vRXFF7gy4j8aptXVtqS8moRG3IX5S24T



miércoles, 10 de junio de 2009

Poética III


(... de risueña al viento
viajando el tiempo
desde este indicio de luz
hasta la inmensa estrechez de tu beso...

oh, amada mía
dulce filo de luz
que me desangras
en esta noche mal parida...

amada mía,
perdóname la sangre...
haz que no amanezca
sin que te vuelva a ver...)

martes, 9 de junio de 2009

Del Silencio II




“...escribe, escribe, escribe...” me dice, y yo le muestro mi cuaderno inmaculado y blanco en el que se esconden arañas negras y rojas; mi cuaderno blanco, en donde se anuncia un silencio que todo lo dice, en el que se pronuncia una noche de ojos transparentes... “escribe, escribe...” y yo escribo la ausencia negra y roja, la combinación de mis dos lenguas...

sábado, 6 de junio de 2009

Del Silencio



Al Poeta Ginebrero.



Mi poeta:

Me he callado,

ya no digo más que algunas sonoridades demenciales.

Mi lenguaje, mi más preciada pertenencia,

se vacía y una loba

(sí, ella... La Loba)

aúlla dentro de mí como mi eterno samsara.

Sabe tanto de ceremonias inhóspitas,

de pulsiones a contra piel,

de danzar desde el centro de la llama

donde todo arde y quema,

que todo arde y quema,

y entre mis pliegues queda una pequeña amada

con piernas de cristal

y carga con ella una frialdad

que no se calienta con nada.

Es La Loba quien aúlla y no habla,

pero sabe hacer del grito un hijo,

un cachorro perdido al cual alimentar y sanar,

por eso su lengua áspera lame mi silencio

desde el mismo silencio

(una cajita oscura y satírica

llena de golosinas para mi mal)

y hace de ese momento

una ceremonia de dichos muertos

para otros amados muertos.


Mi poeta,

¿Qué hace el amor con el silencio?

¿Una estafa de caricias impunes?

¿Qué hace el amor con el silencio?

¿Cultivar nuestra más roja herida y hacer de nuestra palabra

este círculo de confines a donde nunca llegamos?

¿Qué...?

y si nos aproximamos a ella

y si la acariciamos como ella me acaricia

y si la desnudamos de fuegos ceremoniales

y si la mordemos como un lenguaje arcaico y retraído

y si... pudiésemos hacer de la noche un decir,

un nombre,

una sombra al menos

en la cual guarecernos de nuestras propias calamidades....

y si...

La Loba aúlla...

Todo arde y esa amada

(la que fui, una extraviada más)

es desterrada de cualquier verso.


viernes, 5 de junio de 2009

Jardín secreto


La desarropada luz del silencio la abrazaba siempre desde que nacía en su cuadro de melancolías. Tocar cada latido que se formaba al compás de sus pequeñas imágenes no era tarea fácil. Descubrir en la impronta de las horas una nueva forma, sembrar una frágil rosa, desanudar un viejo nudo, se transformó en algo obsesionante y concomitante en su remordido olvido. Siempre la casa se le llenaba de cuerpos fantasmas fríos y desnudos, de pequeñas criaturas que le susurraban al oído las calamidades de lo ya escrito, de lo que debía ser dicho. Acarició la suave luz, esa mentira hermosa y desarraigada de su percepción. Sospechó entonces la madrugada amando a esos cuerpos que le incineraban la boca, las manos, las ganas. Acentuó su mirada, la tiranía oscura e hiriente de la que el poeta en secreto le hablaba. Verseó sus ruinas, la calamidad de nombrarse sin ser la que se nombra, ni la que se calla. Aniquiló todo indicio de un despertar que se acercaba, lo transformó en fugaz, en la ausencia que necesitaba. Finalmente exclamó la luna, cerró sus ojos y se entregó, por fin se entregó a la misteriosa oculta que albergaba, a esa mano que le removía las entrañas, que alimentaba su pequeño jardín de rosas en horas fértiles y a punto de desangrarse en palabras.






Ya olvidaste mi nombre,
ya no lo escribes
ya no lo pronuncias.
Ya no es hermosa la calle
y el panteón es una primavera
en comparación a tu mirada.
Ya me he llevado mi parte de la luna,
mis horas de la noche,
mi participación en tus sueños.
Ya no inspira mi pecho tus fragancias
y la pena es una deuda acumulada
desde las sienes hasta el alma.
Ya te niego con mi conciencia humana ,
con mi profundidad de mujer que te busca,
con cada letra en tu nombre combinada.
Ya me guardo la mañana
cada intento de luz y mis sombras proyectadas.

Ya no la lluvia que te embriagaba,
ya no el salto, el suicida paso
a amar cada cosa que me entregabas.



miércoles, 3 de junio de 2009

Incauta


Este nudo en mi pecho
es un no dejar ir,
y con él, 
tu recuerdo se desanda a cada segundo
cuando marcharse quiere de mí. 
Volver a la noche,
a los misterios que cargo con mi femineidad.
Volver
-por sobre todo volver-
a tus ojos colmados de esperanza
es un temor amor. 

Ojalá pudiera
prisionero enjaularte, 
anudar tu alma a mi alma
y tu pensamiento prenderlo a mi razón,
para luego, nocturna
crear sueños con tu lengua
en atardeceres de lluvia. 
Ojalá pudiera
dibujarte en el cuerpo mi hoguera
para que nunca más se escape
la crueldad del adiós de tus labios,
ni de tu cuerpo,
el frío de la densa ausencia. 



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