No es tan difícil creer en la vida
en que la esperanza se encuentra
a la vuelta de la esquina.
No es difícil confiar en la palabra
que lleva tu boca a flor de labio
y se escurre como un pececito
asustado por mi oreja confiada,
metiéndose por mis venas
-que ya no están vacías-
viajando rápido hacia el centro
que siempre quisiste alcanzar.
No, no es tan difícil
aprender cada día
que no es necesario decirlo
si tengo tus manos,
el peso de tu cuerpo
y la sencillez que le da tu presencia
a cada momento del día.
No es tan difícil la certeza
de tu amor y de tu desamor,
de tus miedos
y triunfos
cuando no me tocan ni me tocas,
ni te acercas,
ni rehúyes de mi presencia.
Cuando todo es mucho más simple
de lo que creía.
No es tan difícil comprenderte
cuando somos los mismos
bajo la misma fórmula de existencia,
transformados como el mundo
y llevados a polos equidistantes
para ser hermanos en la sangre,
en el dolor de la caída
que nos lleva a vivir esta vida
por aquí y por allá,
como desalmados
con miradas furtivas
de vergüenza,
miedo.
con la esperanza a cuestas
de que todo cambiará.
Definitivamente,
no se puede creer en todo
y tampoco en nada.
(cuando las palabras son de cristal
y dios está demasiado aquí y demasiado allá)
No podemos ser más que lo que somos.
-cualquier cosa para algunos-
y tampoco es tan difícil ser nosotros,
aunque no existan tales palabras
para describir lo que somos de verdad.