miércoles, 15 de mayo de 2013


Inventé un color para decir tu nombre en secreto.
Te quería invitar a dibujarnos en un mar de ese color
para adentrarnos en él… y perdernos, tal vez,
por un segundo o toda la eternidad.
Te aguardaba sentada en la estación
con el pelo suelto y los pies fríos.
Pero hoy no llegaste.
Quería dormir entrelazada a tus piernas,
o a tus dedos o a tu aliento. 
Te esperé un milenio antes, también,
hasta petrificarme la sangre
y en la historia de nuestro tiempo.
Me pinto la piel con tus colores anochecidos
que me llegan hasta el alma, como el silencio que ahora  profeso
escondida tras un cuarto de luna menguante
para no espantarte la sombra ni tus tardes. 
Inventemos, ¿te parece?,
un color para pulverizarnos
las miradas, los gestos y  las palabras.
Si encuentras esa luz en tu camino
ven,  en silencio, a buscarme a la estación,
pulvericemos en un abrazo también nuestros cuerpos
para hacernos el amor en un vuelo a años luz de distancia
hasta lograr el mejor encuentro.
Yo soy la hoja movida por el viento de tus pasos.
Yo viajo movida por el viento de tus pasos…





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