martes, 30 de octubre de 2012

1 de Noviembre de 2009

ALUCINADOS 


Si no es la sangre ¿qué nos unirá, que?
Si no son besos estampados con rosas 
y sus espinas haciendo heridas en nuestra piel
¿De qué vamos a morir? 

Si no es el sabor sepia de nuestros abrazos
o la ráfaga cautivadora de ese estremecimiento
al amarnos, ¿qué nos haría volar, qué?

Es inequívoco este instante, aunque tu caricia blasfeme nuevas necesidades cuando mi cuerpo recién te llena, se acopla y te viste con sus mejores sedas. Vamos rumbo a un viaje alucinado. Me he desvestido para ti, he vuelto a ser la niña impúdica que te besa, la loca viajera que solo ansía como puerto final tu cuerpo. La poeta que te busca en restos de poesías añejas y te dibuja con el silencio de tantas palabras. 
Te respiro en este aire que no se renueva. El aire de mi cajita oscura, chiquita, pero inmensa en su negrura, en donde me encontraste envuelta con el infinito y el tiempo colgando de mis amaneceres y penas. 
Como una solitaria, alucinada, mal entendida... sangrienta niña.

¿Entenderemos mejor la vida sin el amoroso silencio de nuestros regazos? ¿Lloverá por fin, al fin, un noviembre de néctares y mieles sobre nuestras pieles?
¿Existirá el ocaso entre tus brazos, mi amor?

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