Más allá de la boca se encuentra
la palabra. Más allá de la palabra está el silencio. Entre la palabra y el silencio hay un nombre
poderoso y desconocido aún para la gestora de la voz y del grito.
Sólo la noche conoce ese lenguaje
de polvo de estrellas.
Con ojos vendados recorre el filamento
que la sostiene; meticulosa, se entromete pausadamente en la soberbia de
saberse Ente-Ángel y volar con alas propias dentro de ti y de mi.
¿Acercar el silencio a la palabra
o la palabra al silencio? Encontrar una respuesta a la hermosura de sus pausas
y sonidos. Descubrirse en medio de fuerzas poderosas y enigmáticas; optar por
continuar sobre el filamento o aprehenderse de esta o aquella orilla.
No, no es caer al precipicio, es equilibrarse sin
acercarse a ningún extremo. Es saborear el peligro, darle la mano a la
ignorancia y extender, libremente, los brazos a una dulce caída.
Al final, la bienvenida será la respuesta por la que hemos luchado.
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